Julio Cortázar, un
centenario muy querido
/ Empezar por cualquier parte,
por ejemplo recordando Acerca de la
manera de viajar de Atenas a Cabo Sunion, uno de los excelentes textos que
componen La vuelta al día en ochenta
mundos, donde de manera magistral Julio nos descubre como se diluyen los
consejos e indicaciones pre viaje, tras llegar al lugar y descubrir que nada o
poco tiene que ver lo que estamos vi(vi)endo con lo que nos habían contado… curiosamente
será eso lo que, transcurrido un tiempo, nos quedará como auténtico recuerdo
del itinerario…
Decir a cien años justos del
nacimiento del nacimiento de Cortázar (26/08/1914) que lo que compartí con él,
aunque entrañable, original y lúdico, apenas se ve como algo reconocible en la
distancia, que la colocación de las piezas del puzle, de las fotografías
sueltas que componen la vida de los otros para uno, no pueden retrotraer lo
vivido, rememorar aliento a mirada, paseo a sonrisa, suspiro a despedida, hasta
mañana entonces, sí, mañana nos vemos… eso que ya no está, pasó y no vuelve…
Aunque Julio, cosa imposible, no
hubiese escrito ni una línea, lo que era no habría variado ni un ápice, me
parece que esa es su grandeza: su noble y cálida presencia, esa manera de ser y
estar más allá de la circunstancia cambiante de cada momento. Claro está que su erudición, absolutamente
despojada de cualquier artificio, era, es, innegable; cuesta mucho encontrar
esa bonhomía inseparable de una sabiduría plena de humanidad, pero en Julio se
daba tal conjunción sin aparente esfuerzo. Caminando con él por París, no
dudaba ni un instante en detenerse ante o junto a quien le requería, escuchando
con paciencia las complicadas teorías y preguntas que, más de una vez, le
planteaban. Su claro y amplio sentido del humor obraba milagros y el
interlocutor se alejaba entre sorprendido y fascinado, mientras Julio me miraba
sonriendo y agregando alguna pequeña coda que desvanecía el asunto en el aire y
¿qué te parece si tomamos un aperitivo en ese bistró?
Precisamente en un pequeño bar, en Saint
Germain des Prés, se le acercó una chica sudamericana y extendiendo la mano que
Julio estrechó sin dudarlo, le dijo: - A ver si se pega algo. Luego la muchacha
dio vuelta y Cortázar me preguntó: ¿Crees que funciona? Yo no sabía y podría
haber dicho cualquier cosa, pero antes de que eso ocurriera Julio añadió:- Yo
creo que si… Comparto ahora estos recuerdos de aquel lejano tiempo,
inolvidables momentos que serán otros para el que los lea y aunque puedo oler
el tabaco del ambiente, entonces aún se podía fumar en los bares, escuchar la
música y en mi memoria quedó grabada la imagen de un cuadro colgado del techo que
alguien había dejado como pago de la cuenta, aunque todo ello sigue apareciendo
en mi mente nada está ya… Julio murió y también Carol, su última mujer,
compañera autonauta de la cosmopista, excelente amiga de sus amigos al igual
que Julio... Sé fiel hasta la muerte, tal como dice la cita del Apocalipsis que
inicia El perseguidor.
Julio Cortázar también me dio la
mano y nunca me tomé el pie. A pesar de su cercanía lo cierto es que lo que él
era y sigue siendo a través del legado de su obra, marcaba con claridad los
límites de su mandala que devino en rayuela, el equilibrio entre lo que se
puede y lo que se debe. Gran maestro con lo único que realmente alguien consigue
serlo: con su ejemplo.
O make me a mask dice Dylan Thomas en la otra cita de El Perseguidor… tal vez su máscara era
esa cálida timidez teñida de síndrome de Peter Pan… Frente al bien abastecido
escaparate de una de las librerías centenarias de París, la misma de la que
años antes vio salir, reconoció y cedió el paso sin decirle una palabra a
Samuel Beckett, y ante un comentario suyo sobre la repetición de los errores
humanos, samsara le dicen los
budistas, respondí que me parecía recordar que
Gide ya había escrito: Hay que
repetir las cosas miles de veces, ya que nadie escucha. -Así es, dijo
Julio, millones de veces, la sordera es proverbial.
A cien años del nacimiento del
gran cronopio ¿dónde estaría yo entonces? su recuerdo sigue acompañando a los
que tuvimos la fortuna de conocerle y a los que a través de sus magistrales
relatos pueden, podemos, compartir en cualquier instante la hermosa vida y obra
de uno de los seres humanos más entrañables que en el mundo han sido.
En fin, recordar también los treinta
años desde su muerte y cuyo primer momento de soledad en el cementerio de
Montparnasse compartí, cuando todo el acompañamiento se había retirado, con
Ricardo Bada, Fabio Martínez y Omar Berciano, leyendo el Aplastamiento de las gotas de Historia
de cronopios y de famas, pasando y vaciando una botella de escocés que
finalmente fue a parar con algunas gotas a la tumba, aún abierta, de Julio y
Carol… Largo tiempo de calendario para que los recuerdos, como los del viaje de
Atenas a Cabo Sunion, vuelvan a ser lo que fueron, los que quizá inventamos un
poco pero que, entre cronopios y famas, tenemos la esperanza de que no cubran
de abandono a nuestros seres más queridos.
Buenas salenas gran cronopio,
cronopio… agradecidos por estos cien años de compañía y mil de humanidad.
José Alias.
Garganta de Galín-Gómez. 26 de Agosto 2014
Photographie: Carol Dunlop
París Avril '82
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